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lunes, 24 de enero de 2011

  EL MÁRTIR DE LAS CATACUMBAS (Parte II)
El Campamento Pretoriano
Segunda Parte

  Bien puede el haber sido instigado por consejeros ignorantes o maliciosos.

-          Tengo entendido que es una resolución tomada por el mismo. - El numero de los que han sido entregados a la muerte de esa manera y por el mismo motivo es enorme

-          OH, si, son algunos millares. Quedan muchos mas; pero es que no se les puede capturar. Y precisamente eso me recuerda la razon de mi presencia jaca. Te traigo la comisiona imperial.

Lúculo extrajo de los dobleces de su capa militar un rollo de pergamino, el cual entrego a Marcelo. Este ultimo examino con avidez su contenido. Se le ascendía a un grado mayor, al mismo tiempo que se le comisionaba para buscar, perseguir y detener a los cristianos en donde fuera que se hallasen ocultos, haciéndose mención en particular de las catacumbas.

Marcelo leyó con el ceño fruncido y luego puso el rollo a un lado

-          No pareces estar muy contento

-          Te confieso que la tares es desagradable. Soy un soldado y no me gusta eso de andar a la caza de viejos y niños para los verdugos. Sin embargo, como soldado debo obedecer. Dime algo acerca de esas catacumbas.

-          ¿las catacumbas? Es un distrito subterráneo que hay debajo de las ciudad, y cuyos limites nadie conoce. Los cristianos huyen a las catacumbas cada vez que se hallan en peligro; también están ya habituados a enterrar a sus muertos allí.  Una vez que logran penetrar allí, se pueden considerar fuera del alcance de los poderes del estado

-          ¿Quien hizo las catacumbas?

-          Nadie sabe con exactitud. El hecho es que han existido allí por muchos siglos. Yo creo que fueron excavadas con el objeto de extraer arena para edificaciones. Pues en la actualidad todo nuestro cemento proviene de allí, y podrás ver innumerables obreros trayendo el cemento a la ciudad por todos los caminos. En la actualidad tienen que ir hasta una gran distancia, porque con el transcurso de los años han excavado tanto debajo de la ciudad que la han dejado sin fundamento.

-          ¿Existe alguna entrada?

-          Hay entradas innumerables. Precisamente esa es la dificultad. Pues si hubiera solamente unas pocas, entonces podríamos capturar a los fugitivos. Pero así no podemos distinguir de que dirección hemos de avanzar contra ellos.

-          ¿Hay algún distrito del cual se sospecha?

-          Si. Siguiendo por la Vía Apia, como a dos millas cerca a la tumba de Cecilia Metella, la gran torre redonda que conoces, allí se han encontrado muchos cadáveres. Hay conjeturas que esos son cuerpos de los cristianos que han sido rescatados del anfiteatro y llevados allá para darles sepultura. Al acercarse los guardias los cristianos han dejado los cadáveres y han huido. pero, después de todo, eso no ayuda en nada, porque después que uno penetra a las catacumbas, no puede considerar que esta mas cerca del objetivo que antes. No hay ser humano que pueda penetrar a aquel laberinto sin el auxilio de aquellos que viven allí mismo.

-          ¿Quienes viven allí?

-          Los excavadores, que aun se dedican a cavar la tierra en busca de arena para las construcciones. Casi todos ellos son cristianos, y siempre están ocupados en cavar tumbas para los cristianos que mueren. Estos hombres han vivido allí toda la vida, y no solamente se puede decir que están familiarizados con todos aquellos pasajes, sino que tienen una especie de instinto que les guía.


-          Has entrado algunas veces a las catacumbas, ¿verdad?.

-          Una vez, hace mucho tiempo, cuando un excavador me acompañó. Pero solo permanecí allí un corto tiempo. Me dio la impresión de ser el lugar mas terrible que hay en el mundo.

-          Yo he oído hablar de las catacumbas, pero en realidad no sabia nada respecto a ellas. Es extraño que sean tan poco conocidas. ¿No podrían esos excavadores comprometerse a guiar a los guardias por todo ese laberinto?

-          No, ellos no entregaran a los cristianos. - Pero ¿se ha intentado hacerlo?

-          OH, si. Algunos obedecen y guían a los oficiales de la justicia a través de la red de pasajes, hasta que llega un momento en que casi pierden el sentido. Las antorchas casi se extinguen, llegando ellos a aterrorizarse. Y entonces piden que se regrese. El excavador expresa que los cristianos deben haber huido, y así regresa al oficial al punto de partida o ingreso.

-          ¿y ninguno tiene la suficiente resolución de seguir hasta llegar a encontrar a esos cristianos?

-          Si insisten en continuar la busques a los excavadores les guían hasta cuando quieran. Pero lo hacen por los incontables pasajes que intersecan algunos distritos particulares.

-          ¿Y no se ha encontrado uno solo que entregue a los fugitivos?

-          Si, algunas veces. pero ¿de que sirve? A la primera señal de alarma todos los cristianos desaparecen por los conductos laterales que se abren por todas partes.

-          Mis perspectivas de éxito son muy pocas.

-          Podrán ser muy pocas, ero mucha esperanza se tiene cifrada en esta empresa que se te comisiona, habrás asegurado tu fortuna. Y ahora, ¡Buena suerte! Te he dicho todo lo que conozco. No tendrás dificultad en aprender mucho mas de cualquiera de los excavadores.


Eso decía Lúculo al mismo tiempo que se marchaba.
Marcelo hundió su rostro entre las manos, y se sumió en profundos pensamientos. Empero, en medio de su meditación le perseguía, como envolviéndole, la letra cada vez mas penetrante de aquella gloriosa melodía que evidenciaba el triunfo sobre la muerte:

Al que nos amo
Al que nos ha lavado de nuestros pecados.

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